Piper Chapman deja a su novio comprensivo y se muda a un nuevo hogar: la cárcel de mujeres. Le esperan quince meses por un delito de juventud.

Tras criticar la comida frente a Roja, la cocinera de la prisión, el personal de la cocina deja a Piper sin comer hasta que se disculpe como debe.

Piper se convierte en el objeto de deseo de una reclusa apodada Ojos Locos, pero descubre que la sutileza no resulta muy eficaz para disuadir a su pretendiente.

Piper conoce a su nueva y ruda compañera de celda. Las prisioneras preparan una fiesta de despedida, y la ubicación de un destornillador tiene consecuencias gravísimas.

La aparición de una legendaria gallina polariza a las reclusas. Larry comienza a pensar que Piper podría estar demasiado absorbida por el "micromundo" carcelario.

En medio de disputas raciales, las internas hacen campaña para elecciones del consejo de prisioneras, pero Piper decide quedar fuera de la competencia.

Piper quiere que se reabra la pista de atletismo de la prisión pero, para lograrlo, deberá complacer a su oficial de prisiones.

Roja recibe presiones para traficar drogas a través de la cocina. Larry publica un artículo acerca de Piper en el New York Times. Dos bebés llegan al mundo.

El día de Acción de Gracias llega con la promesa de una visita de Larry, pero Piper termina en aislamiento con un banquete de fiambre podrido

Pennsatucky descubre una nueva habilidad mientras las internas intentan encarrilar a unas jóvenes delincuentes. El emprendimiento paralelo de Bigotes sufre un revés.

Las prisioneras lloran a una interna fallecida e incluso Bigotes, borracho, revela sus emociones. Larry brinda una reveladora entrevista por radio.

Una serie de tristes verdades cambian varias relaciones y carreras. Pennsatucky siente que Piper no la respeta, lo cual no es bueno, y Larry da un ultimátum.

El plan de Roja para recuperar su puesto en la cocina sale mal. Las internas arman una representación navideña y los planes de Piper se desarrollan, pero su vida peligra.